Notas

  • Untitled post 9076

    Uno de los regalos que me dio Darlene esta Navidad fue una copia enmarcada de esta pintura de Edward Hopper que ha sido la imagen de fondo de mi computadora desde que empezó la pandemia.

    Durante la pandemia vi muchos artículos sobre la soledad acompañados de obras de Hopper e incluso algunos sobre que era el artista que capturaba el espíritu de la cuarentena (“Ahora todos somos pinturas de Hopper”, y así por el estilo), pero esta pintura me gustaba porque me transmitía lo contrario: no soledad y aislamiento sino el placer de estar en el mundo y estar acompañado. Me recordaba a las sensaciones cálidas de estar almorzando y conversando en un restaurante pequeño con una persona querida. Y por alguna razón, en plena cuarentena, eso en vez de provocarme nostalgia o desesperación me reconfortaba.

    Sé que este es un análisis bastante superficial de una obra de arte, que quizá la reduce a arte de Marshalls, pero, para ser honesto, en Marshalls compramos una pintura que es de mis decoraciones favoritas de nuestra casa.

  • Sobre la limitación lingüística de la soledad

    Sobre la limitación lingüística de la soledad

    Hace unos días vi una publicación en internet en que una persona hablaba de que se sentía sola. Y aunque obviamente empaticé con su desahogo, algo que me partió el corazón más aún fue la predecible necesidad de excusarse y justificarse aclarando que, en realidad, a ella normalmente le gusta la soledad.

    Siempre me había preguntado por qué es tan difícil hablar de la soledad, no solo en el sentido de que es un tema delicado y que avergüenza a la gente, sino de que literalmente es difícil plantearlo sin que la gente te responda sobre otra cosa creyendo que te hablan de lo mismo. En la internet, cuando alguien habla de la soledad como algo negativo (como un problema personal o como la crisis de salud pública que es) rápido llegan las personas que comentan que a ellos personalmente les encanta la soledad, y el problema es que la gente no sabe estar sola. Lo tratan como una falta de los jóvenes de hoy o algo así (culpa de los celulares y las redes sociales, de seguro), como si lo normal históricamente fuera el individualismo y que la gente esté contenta de andar sola y vivir aislada, y no lo contrario.

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